viernes, 26 de febrero de 2010

EL ARTE DE LA VIDA INTERIOR - MARIE MADELEINE DAVY ( XIII )



EL NECESARIO MAESTRO ESPIRITUAL

¿El hombre que inicia una investigación interior tiene necesidad de guía? Antaño, en los Padres del Desierto y también en las escuelas iniciáticas orientales, el discípulo vivía cerca de su maestro. La existencia en común era preferible para que la enseñanza fuera justamente adaptada a la capacidad de aquel que la recibía. Ver vivir, observar el comportamiento del alumno rompe las ilusiones que se podrían tener al respecto. El discípulo se conoce mal y lo que él expresa es raramente adecuado; se confunde sobre si mismo por falta de discernimiento y también de lealtad. Solo un sujeto ya formado es capaz de revelar lo esencial a aquel que le conduce. En razón de las reacciones más o menos previsibles del sujeto, el maestro espiritual correría el riesgo de perturbar a su discípulo e incluso perturbarlo profundamente guiándole sin verle de vez en cuando. Ciertamente, un buen maestro puede seguir a distancia a su alumno, pero tales casos son poco frecuentes, ya que raros son los verdaderos maestros y raros los buenos discípulos.

domingo, 21 de febrero de 2010

EL ARTE DE LA VIDA INTERIOR - MARIE MADELEINE DAVY ( XII )


La agonía del yo

A causa de un calentamiento progresivo producido por la ascesis, la oración, la meditación, la calma del cuerpo, del intelecto y del corazón, el ego comienza a fundirse, después se derrite. El sujeto ya no está preocupado por si mismo; helo aquí privado de proyectos y de deseos. Atraviesa así «la noche» descrita por Juan de la Cruz. Nada le atrae y todo le parece insípido. La necesidad de asistir a la agonía de su yo puede parecer dolorosa; sin embargo los autores espirituales recomiendan no vacilar durante esta muerte. Esta agonía es esta muerte conducen a la pobreza, al desapego y sobre todo al abandono de la voluntad propia. Cuando el hombre abandona su yo, o más bien sus yoes, la alegría surge.

miércoles, 17 de febrero de 2010

EL ARTE DE LA VIDA INTERIOR - MARIE MADELEINE DAVY ( XI )



La educación del cuerpo


El cuerpo se educa. Aquí se requiere la comprensión más que la violencia como tal. Al comienzo, el esfuerzo puede experimentarse en su dureza. En la medida en la que la espontaneidad se vuelve un estado, la conducta prosigue sin tensión. Para el hombre interior, la educación del cuerpo no cesa de perseguirse. Abandonarlo por el hecho de su pesadez y de sus exigencias sería exponerse a encontrarlo, un día u otro, como un obstáculo. Aislándolo y menospreciándolo, el hombre se divide y, dividiéndose, se pierde. Los ejercicios de relajación y de respiración, la presencia atenta a los órganos para animarlos en su buen funcionamiento, aseguran su vitalidad. Tener confianza en el cuerpo es una buena actitud –sin apegarse desmesuradamente a él. El cuerpo está «de paso», hay que tratarlo bien sin por otra parte ser su esclavo. No se cambia de cuerpo como se cambia de montura. La cuerda de un arco tiene que ser tensada para vibrar, pero sin llegar a una tensión que la rompería.

El hombre parece reducirse al cuerpo para la mayoría de los individuos, y la actividad del sexo ya no es solamente placer, sino valor comercial expuesto en el teatro y en el cine. La vida interior respeta el cuerpo; no obstante, durante mucho tiempo ha tenido tendencia a despreciarlo. Este se venga actualmente de haber sido el mal-querido volviéndose ahora el único-querido. La ascesis da al cuerpo su lugar a la vez que le enseña a mantenerse al servicio del espíritu.

domingo, 14 de febrero de 2010

EL ARTE DE LA VIDA INTERIOR - MARIE MADELEINE DAVY ( X )


LA ASCESIS: PRELUDIO A TODA VIDA INTERIOR

Toda búsqueda concerniente a la vida interior comienza y prosigue por la ascesis. Sin ascesis, el hombre interior está condenado a la inautenticidad. No es la ascesis un objetivo, sino un medio. Contentarse con una ascesis exterior concerniente solamente al cuerpo es insuficiente. ¿Para que bueno privarse de alimentos si el corazón no ayuna, si los pensamientos se multiplican en su movilidad disipando el espíritu? La ascesis tiende a cortar las raíces del narcisismo, o mejor todavía a desenraizarlo perpetuamente ya que –como la hidra de siete cabezas– cuando una se corta, otra crece. Los yoes son numerosos: cuando uno de ellos parece muerto, otro surge. Para el hombre moderno, la ascesis exige también una constante puesta en duda. No se trata de alimentar dudas e inquietudes, sino de poner signos de interrogación que no encuentran respuesta más que en la profundización. La ascesis es un perpetuo desapego que necesita una disciplina en la manera de vivir, de nutrirse, de dormir y también de divertirse, de trabajar, de leer, de pensar y de comportarse con los demás. La ascesis del intelecto permite no confundir lo esencial con lo accesorio, no dispersarse en parloteo en aquello que no solo escapa a la razón sino también a la inteligencia. Así, la ascesis continua tiene como resultado un perfecto dominio.

Para el cristiano, se acompaña de una oración constante. Esta es una perpetua liturgia en el interior. Esta liturgia hace uso de palabras; en su cumbre se vuelve silenciosa. Es disposición a recibir la «gracia» sin la cual ningún paso en la vida interior podría efectuarse. La oración no es solamente llamada, es también alabanza, gratitud, confianza y abandono. La oración se dirige a una Presencia a la que se llama comúnmente Dios.

sábado, 6 de febrero de 2010

EL ARTE DE LA VIDA INTERIOR - MARIE MADELEINE DAVY ( IX )


" Uno puede preguntarse como se pone en camino el hombre hacia su interioridad. Esta búsqueda responde a una nostalgia de belleza, de terminación, de inmortalidad, y también a un amor del cual experimenta su realidad desde el momento en que se recoge en su espacio ilimitado, privado de toda frontera, más vasto que el universo. El buscador, que, semejante a un nuevo Cristóbal Colon, se aventura en la vida interior, visita un continente del que no podrá nunca volver. Los descubrimientos se suceden, y él va de asombro en asombro, de maravillamiento en maravillamiento. Ciertamente, encuentra obstáculos, pruebas que son otros tantos exámenes de paso que hay que aprobar necesariamente, o volver a comenzar. En la vida interior, el viajero no salta de estación, por lo mismo que la naturaleza es fiel a un ritmo estacional. Para marchar rápido, le es necesario abandonar sus equipajes, deslastrarse, llegar a una total desnudez, mantenerse libre con el fin de favorecer su empresa. De ahí la necesidad de la ascesis."

lunes, 1 de febrero de 2010

EL ARTE DE LA VIDA INTERIOR - MARIE-MADELEINE DAVY ( VIII )


" En la vida interior, el hombre no está nunca abandonado. Físicamente, puede sucumbir a la fatiga y al hambre, a la soledad, encontrar transeúntes que le miran y que sin embargo no le ayudan. En el interior, es suficiente con que clame su miseria, su desnudamiento, con que pida ayuda, con que ore: las ayudas le son enviadas en seguida. El beneficiario ignora de donde provienen, pero están allí y le salvan no de las pruebas, sino de las trampas y de los peligros. Es por eso que el hombre exterior puede atesorar por prudencia humana, el hombre interior recibe cotidianamente su ración de luz, y ese es su «pan de cada día» "