martes, 15 de diciembre de 2009

EL MISTERIO DE CIERTOS ESPACIOS - MARIE MADELEINE DAVY ( XIV )



PUENTES ENTRE LO VISIBLE Y LO INVISIBLE

Este comentario en torno al tema del «misterio de ciertos espacios» no ha sido abordado de manera exhaustiva. Algunos ejemplos han sido simplemente presentados con el fin de provocar una reflexión. Es importante despertar en la memoria recuerdos más o menos escondidos. Cada uno posee su propia experiencia con referencia a los lugares insólitos, espacios sutiles, del exterior y del interior, cargados de vibraciones a veces antinómicas. Quizás conviene interpretar estos espacios como otros tantos signos, mensajes que nos son dirigidos. Signos de ternura para recordar al hombre a la vez su origen y la doble posibilidad de su destino del cual él hace una elección en la medida de la plenitud de su libertad y de su propia capacidad con vistas al mundo invisible.

«Asómbrate y comprenderás», aconsejaba Hesiquius de Jerusalén. El poder de asombro coincide con un estado de espontaneidad, de frescura pertenecientes a la juventud del corazón. Esta está privada de relación con la edad, y por tanto con la temporalidad. Durante su viaje terrestre el hombre encuentra lugares insólitos por el hecho de su sutilidad; su fuego interior está animado por briznas o brasas de paja. Así la llama se mantiene. Ciertamente, llega un momento en el que su horno interior no se encuentra ya en la necesidad de ser alimentado. Se ha vuelto comparable a la zarza ardiente que «arde sin consumirse». Todo se vuelve camino de luz, puente entre lo visible y lo invisible.

Que el hombre intente la maravillosa aventura del viaje interior, él irá de descubrimiento en descubrimiento. Son las huellas de la dimensión divina las que él descubre en su profundidad. Y ya no padecerá en adelante ninguna necesidad de investigarlas fuera. Sin embargo, en la medida de sus encuentros con los espacios sutiles, él podrá sonreírles para agradecerles su presencia, considerándolas como los arcos de paz y de luz emergiendo del mar sombrío y caótico del mundo.

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Extraído de: Questión de... nº116: Marie-Madeleine Davy, Les Chemins de la profondeur. Revue trimestrielle - Albin Michel, B.P. 21 - 84220 Gordes (Francia).

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jueves, 10 de diciembre de 2009

EL MISTERIO DE CIERTOS ESPACIOS - MARIE MADELEINE DAVY ( XIII )



EL MISTERIO DEL ESPACIO INTERIOR


La voz divina llega dando brincos por encima de los montes y las colinas, según el lenguaje bíblico. Y habitualmente se atribuye su origen al exterior. En ciertos casos, convendría mencionar la alianza secreta, la connivencia entre los espacios insólitos del universo, y el espacio secreto del interior. Este espacio interior puede recibir un eco del lugar que él visita. O al revés, es la profundidad del interior la que permite descubrir los espacios insólitos que le llegan como ecos. Lo que está oculto accede a la luz y muestra su rostro. Lo oculto se revela. Anteriormente, la realidad se disimulaba con el fin de provocar la búsqueda, de estimularla. Encontrado el punto esencial, se trata entonces de un ahondamiento. El secreto retrocede ya que posee siempre un contenido que es importante de investigar aun más.

«Digo mis misterios a aquellos que son dignos de mis misterios», leemos en el Evangelio según Tomas. Y además:

... yo soy el Todo:

el Todo ha salido de mí, y el Todo a llegado a mi.

Partir la madera: yo estoy ahí; elevar la piedra, y ahí me encontrareis.



Así, todo es portador de la realidad luminosa. Sin embargo, ciertos espacios privilegiados la condensan. Esos espacios son faros durante el claro-oscuro de la existencia. A veces, ellos desvelan la claridad o todavía el crepúsculo. El amante de la claridad sabe que la sombra acompaña a la luz. En lugar de pararse en la sombra, en lo negativo, a aquel que divisa y da la vuelta totalmente, como lo susurra el himno de Completas retomando un texto de Pedro (5,8), él es seducido por la enseñanza dada por la aurora o por el pleno mediodía. El misterio de ciertos espacios aparece insólito para aquellos que ignoran la presencia de lo invisible que de vez en cuando nos interpela invitándonos a proseguir nuestra ruta yendo siempre más lejos.

sábado, 5 de diciembre de 2009

EL MISTERIO DE CIERTOS ESPACIOS - MARIE MADELEINE DAVY ( XII )



Así, el espacio insólito y sutil no es obligatoriamente conocido de antemano. Descubrirlo empuja a un estado nuevo. Lo más a menudo la enseñanza recibida no proviene de fuera. Se puede creer que es percibida del exterior, pero de hecho, emana lo más a menudo de adentro. La fuente oculta en el misterio mana, fluye y se desliza en un murmullo o en el silencio. En ciertos casos, lleva el ruido de las grandes aguas con el fin de ser escuchada operando así una ruptura.

Por que es de una ruptura de lo que se trata. Hay un antes y un después. Entre ambos, el tiempo se detiene: una enseñanza que proviene del mundo invisible, es recibida. Lo que es «escuchado» es visto. «Escucha hija mía y ve» (Sal. 45, 10). El oído y la vista se juntan. Voz divina, voz del Si mismo, voz de la profundidad rompiendo los obstáculos, las envolturas protectoras; revelación del misterio, del secreto. Como no acordarse aquí de un texto del Eclesiates (16,22):

Escúchame, hijo mío, y aprende la sabiduría

Y vuelve tu corazón atento...

Yo te descubriré una doctrina pesada en la balanza

Y yo te haré conocer una ciencia exacta.




Así, el secreto oculto se descubre en parte a todo hombre atento en capacidad de recibirle.