sábado, 18 de septiembre de 2010

SÍMBOLOS, los signos de la tierra transfigurada - Marie-Madeleine Davy (XX )


LA FUNCION DEL SÍMBOLO

La función del símbolo consiste en religar lo alto con lo bajo, creando entre lo divino y lo humano una forma de comunicación que deje conjuntados uno a otro. No se trata de celebrar «el matrimonio del cielo y del infierno» según la expresión de William Blake, sino las nupcias de lo divino y de lo humano. Mircea Eliade ha mostrado que el símbolo no sólo «prolonga una hierofanía o actúa como sustituto», sino que su importancia proviene de «que pueda continuar el proceso de hierofanización, y sobre todo, porque, si llega el caso, él mismo es una hierofanía, es decir, que revela una realidad sagrada o cosmológica que ninguna otra "manifestación" está en condiciones de revelar». De esta manera el símbolo, en su realidad profunda, da testimonio de la presencia de lo divino, traza un círculo en torno a lo sagrado y por este hecho es comparable a una revelación. El hombre siente así una experiencia más o menos inefable de lo divino que adopta formas diversas, dependiendo del punto de la trayectoria sobre la que los símbolos se sitúan y del nivel espiritual del hombre que deviene sujeto de dicha experiencia. Ya sea telúrico, vegetal, animal, solar, etc., el símbolo contiene siempre un dinamismo proporcional a lo que expresa. Existe pues una escala de los símbolos que contiene toda una gama hierofánica concerniente a lo sagrado, pero abordándolo en su umbral o ya en su centro.

(...)