jueves, 31 de enero de 2013

¿Has sido llamado al... Desierto?

 
 Me detengo a traducir un texto de Dom Gabriel Bunge, sacado de su obra: "Akedia, il male oscuro", Edizioni Quiquajon. Comunità di Bose. P. 20; y dice así:
"... El monaquismo de los orígenes tenía la clara conciencia de que en el Desierto hallaría al príncipe de este mundo. Ir con Cristo al Desierto no comporta huír de las tentaciones, sino más bien, como Cristo y con Cristo, enfrentar 'desnudos' al tentador. Pensar que hoy las cosas son diferentes es una ilusión fatal. El opositor del género humano no está ligado a lugares, tiempos o condiciones de vida. Quien entra hoy en un monasterio o ingresa en la vida religiosa o eclesiástica, en este nuestro mundo desmitizado, con frecuencia olvida este hecho fundamental: ha entrado inmediatamente en el 'desierto', en el lugar del aislamiento y de la derelicción, de los desolados parajes de la sed y de engañosos espejismos. Quien no quiera admitir esta realidad e imagine ser solamente un bravo operario en la viña del Señor, correrá el riesgo de desconocer la verdadera naturaleza de las dificultades que inevitablemente deberá encontrar. Quedará sorprendido al hallar en su 'viña' tanta 'cizaña', 'espinas y cardos' en lugar de 'uvas', y no entenderá que ha sido el 'enemigo' quien las sembró ocultamente. ¡Esta lucha no es un simple accidente, un imprevisto, sino que es parte integrante de la vida en el desierto! Paradójicamente esta falta de conciencia no se encuentra sólo en los cristianos que viven en el mundo, cuya visión a menudo es ofuscada por la opacidad de los bienes materiales, sino también en tantos monjes y eclesiásticos, quienes, por otra parte, deberían estar más advertidos. La acedia es un ejemplo particularmente significativo de ello (...) ¿Por qué este descuido? ¿Quizá por el hecho de que los mismos monjes, o religiosos, o eclesiásticos ya no van más concientemente con Cristo a la despiadada desnudez del Desierto, sino que prefieren permanecer en la opacidad del 'mundo'?."

miércoles, 23 de enero de 2013

Meditaciones sin domicilio


¡Tanto soñamos, cada día, con un "lugar" mejor! Los hay en este mundo... ¡Vaya si los hay! Esos "oasis de paz", que las descripciones de las guías para turistas señalan en muchas partes. Pero los "oasis de paz" cargan un nombre engañoso. Porque la paz depende -en cierto modo- de las nubes interiores, que cubren el límpido cielo del alma. Porque la paz depende -en cierto modo- de la ausencia de temores, de reparos, de apegos, de vanidades, de obsecuencias y de todas esas cosas que "hacemos", a hora y a deshora, para no sé qué.
Cuando el hombre descubre que hay "otra cara", "otro lado", desde luego no perceptible inmediatamente a los sentidos exteriores, cuando cae en la certeza de que es un "desterrado", un "exiliado", en los páramos de un mundo en fuga y en caída, entonces, sólo entonces, suena un llamado, se despliega un horizonte diferente que lo invita, de nuevo, a caminar.
El "otro lado", la profundidad, se alcanza, claro está, por el desapego y el desasimiento. Cuando el hombre se "separa" de su propio aturdimiento y descubre hasta qué punto ha sido esclavo de nada. Es verdad que la liberación comporta renuncias que parecen muy grandes, abandono de "certezas" y seguridades hueras... ¡Claro! volver a casa, a lo profundo, al corazón, requiere un viaje y una travesía. Pero no es cuestión de retardar más tiempo la partida.
El alma es como un leño, el Espíritu es como el fuego. El Espíritu viene a introducirse en el alma... Pero el fuego arde con el aire, sin aire no puede quemar, ni introducirse en la madera hasta transformarla... Y el aire es como la libertad.

Alberto E. Justo   http://flordelyermo.blogspot.com.ar/

viernes, 4 de enero de 2013

pensamientos en el camino

 
Aprenderás a callar y a guardar celosamente lo mejor en lo secreto del alma. Que nunca deja de ser sublime eso que guardas, por hallarse escondido y celado a cualquier curiosidad vana, a cualquier aplauso o a cualquier publicidad. Lo que vale, vale a los ojos de Dios y en la relación "paterno-filial" halla todo su sentido. Es el Espíritu el que asume, sopla y oye. Es el Espíritu el Testigo Infinito que alegra tus horas y tus días con singular presencia y júbilo... Es tu vida...
Hay en todos nosotros, los peregrinos, un sentido escondido que gime prisionero debajo de innúmeras servidumbres. Hay "algo" que desea espacio, respiro, liberación... ¿Qué es?
Inventamos caminos e ideologías, sueños imposibles, ambiciones de todo tipo, que jamás alcanzarán realización alguna y nos sujetarán, constantemente, a un incesante vaivén de frustraciones.
Ese "sentido" que gime prisionero es algo así como la "puerta del corazón", de la vida verdadera, escondida y jamás cultivada. Es necesario que el Cielo baje a la tierra para comenzar un camino que alcance el misterio que no atendemos, y es la clave que abre lo que buscamos y no podemos encontrar.
Para ello es urgente no sé qué "quietud" y qué "paz", que ya están presentes, que ya nos han sido dadas... El mundo está lleno de amenazas y de condicionamientos, vindictas, imposiciones y atropellos. Todo ello nos demuestra la fatuidad y la vanidad de tantas pretensiones... ¡Hay tantos tiranos y tiranuelos! (Aún los que gastan los mejores ropajes y se visten de lino) ¡Crea, el peregrino, en la Misericordia de Aquél que le dice: -Ámame como eres y donde estás... ¡No tienes que hacer nada: arrójate ya!
Entonces descenderá, en silencio y con gozo, a su corazón, abandonando esas "servidumbres" que lo endurecen y lo esclavizan.
Cualquier viandante que efectivamente lo desee, podrá llegar a su corazón y recuperar la vida profunda y verdadera.
Es claro que deberá tener coraje para una liberación que requiere una "separación" y un desasimiento. Pero nadie podrá decirle cómo se hace, ni que es de ésta o de aquélla manera. No hay nada de ello. Él, en soledad y silencio, lo discernirá en Dios. Que el Señor nos dé su Gracia para hallarle en esta libertad del espíritu.

Alberto E. Justo