jueves, 30 de octubre de 2014

¿Cómo reconocer mi ermita interior?



¿Se trata de imaginar, así no más, simplemente? No, no es exactamente eso. Pero está el "eco" de los pasos del peregrino que, dejándolo todo, halla más hondamente su bien. Para "olvidar" es necesario "aprender". En el camino más elevado nos damos cuenta que el desprendimiento no es una "anulación" sino una "superación". ¿Es posible explicar esto? Desde luego que no, ya que se trata de una experiencia profunda.
La "ausencia" se convierte en "presencia", y lo que ayer necesitábamos representar o que se nos manifestara de esta o de aquella manera, hoy lo percibimos (por decirlo así) connatural, más allá de límites y de fronteras.
El descubrimiento supone el abandono. Pero con él, de un modo inesperado, reaparece con perfiles nuevos lo que fue recibido en el tiempo, en las jornadas de nuestra peregrinación y de nuestra vida. Nada da Dios en vano. Aún lo que juzgamos como... "nada".
Persevera en la "Noche", en la Luz más plena...

Alberto E. Justo

miércoles, 1 de octubre de 2014

Permanece firme, según tu conciencia


Así es, mis queridos amigos, la hora es muy singular y -añadiría- curiosa. ¿Cómo apartarse de los ámbitos viciados, donde la "exterioridad" asfixiante atropella hasta la buena salud de los viandantes? Es fundamental LIBERARSE de los "lugares comunes", que son los enemigos de la cultura y de la vida... Hay quienes invocan mil reparos y se sumergen en diferentes prejuicios para detener el camino espiritual de los inocentes, ahogándolos en las redes de un pasado que ya no vuelve o en las ilusiones de un futuro que no llegará jamás. El atropello contra el silencio y contra ciertos derechos fundamentales de cada persona ensombrece esta hora, es verdad; y en distintas situaciones y lugares se aplican presiones y sutiles maneras para someter a la mediocridad y a las estructuras carentes de espíritu.
Pues bien, si esto es así: es urgente RESISTIR el embate de tales olas y no permitirles que nos cubran. El hombre puede y ¡tantas veces! DEBE decir que no. Porque hay muchos que no pueden o no se animan y, como decía San Máximo el Confesor, es por ellos, por esos inocentes, por quienes no hemos de callar. Es por quienes no pueden hablar por los que hablamos... O por los que están atados por lazos o por cadenas que no aciertan a romper.
Hay un valor muy grande en la negativa y en la resistencia...
Que estas pobres palabras sirvan para animar a los que -como decía Solzhenitsyn- tienen derecho a "no enterarse", a salir de las afixia y de las humaredas que se despliegan en tantos lugares donde no existe la piedad o el perdón...
Fuerza y ánimo. El Señor no se dignó a dialogar con Herodes. Y personajes de ese género (del de Herodes) abundan en todas partes y se visten con los más diversos colores. Aunque invoquen no sé qué privilegios o "mandos", la conciencia sigue siendo siempre el supremo tribunal.

Alberto E. Justo