lunes, 27 de septiembre de 2010

SÍMBOLOS, los signos de la tierra transfigurada - Marie-Madeleine Davy (XXI)


¿Cómo manifestar la naturaleza o la presencia de Dios, si no es por símbolos? En este aspecto, un texto de Máximo de Tiro evoca perfectamente lo que queremos expresar: «Dios padre de todas las cosas y su creador, es anterior al sol y más antiguo que el cielo; más fuerte que el tiempo y la eternidad, y más fuerte que la naturaleza entera que transcurre... Su nombre es indecible, y los ojos no podrían verlo. Entonces, al no poder captar su esencia, buscamos ayuda en las palabras, en los nombres, en las formas animales, en las figuras... en los árboles y en las flores, en las cimas y en las fuentes. Con el deseo de comprenderlo, en nuestra debilidad, prestamos a su naturaleza las bellezas que nos son accesibles... Es una pasión similar a la del amante, para el cual es tan dulce ver un retrato del ser amado, o incluso su lira, su jabalina... Cualquier objeto que despierte su recuerdo...» (Philosophumena, Oratio, II, 9-10)

Según Sugerio, abad de San Denis, «nuestro limitado espíritu no puede captar la verdad sino por medio de representaciones materiales». En la fachada de su iglesia abacial, una inscripción magnifica la belleza del arte:

«Lo que brilla aquí dentro, la puerta dorada os lo anuncia:

por la belleza sensible, el alma, aún grávida de peso, se eleva a la verdadera belleza,

y de la tierra donde yacía enterrada, resucita al cielo,

al ver la luz de estos esplendores»