lunes, 11 de noviembre de 2013

peregrinos del cielo


¡Qué grande es el horizonte en el alma! Las pruebas, esas "fuentes" con las que tropezamos y nos dan un buen baño a cada trecho, tienen el sabor de la bendición... El sabor de una novedad muy rica y profunda, que nunca debe atemorizar. Somos peregrinos de los cielos. Podrán apresar nuestro cuerpo, pero nunca nuestra alma. Así resuena este soplo de libertad que se genera en el corazón y empuja a descubrir y a seguir siempre más allá.
Confianza en Aquél que nos conforta. Una y otra vez: INSISTIR. El hombre vuelve y vuelve, elevándose más, cada vez. Como las oraciones breves, como las aspiraciones en nuestro interior, vuelven y tornan y raptan y levantan, porque el Espíritu Santo es ahora Fuego que desciende de lo alto y enciende y se lleva consigo a quien reposa en el altar de su corazón.
Que nuestra oración... se eleve con la misma plegaria del Señor, entregando todo al Padre en el Espíritu de Amor.

Alberto E. Justo...
http://flordelyermo.blogspot.com.ar/