jueves, 23 de febrero de 2012
¿Soledad?- ALBERTO E. JUSTO - ASPECTOS DE LA VOCACIÓN EREMÍTICA
La primera nota que vamos a destacar es lo que podemos denominar aceptación. En efecto, comporta una actitud y un hábito de reflexión, asumiendo, con seriedad y júbilo, lo que es dado desde el principio: el propio cuerpo y la propia historia. Y, al mismo tiempo, el ámbito de la peregrinación, a saber, el espacio y el tiempo, la hora y el lugar.
Ahora bien, esta aceptación no se realiza de una sola vez en algún momento ideal de la vida. Al contrario, su urgencia se va manifestando con el tiempo, con la misma experiencia. Y aquello que parece que debiera darse al inicio se da, sin embargo, al final.
Por otra parte aceptación no significa resignación. Cuando ya no queda más remedio, cuando las circunstancias ahogan, en suma, cuando todas las salidas están cerradas no queda otra que aceptar lo que toca... Pero no ha de ser así. Precisamente de este modo resignado se pierde toda la bondad de la situación y la oportunidad de pasar más adelante.
Aceptar se entiende, ante todo, como una actitud contemplativa que empieza por maravillarse y admirarse. Y asume el don, sin más, como cosa propia y con gozo.
No es el sufrimiento el que ha de invalidar o disminuir la aceptación en la vida del peregrino. Quizá sea a raíz de una pena, de algún fracaso, como llegue a entrever lo mejor de su actitud. Porque, tantas veces, el dolor hace transparente la muralla que nos separa de la verdad