jueves, 3 de julio de 2008
P. Fray Alberto Justo O.P..."Hacia una filosofía del desierto"...Los Padres del desierto...
"La mano izquierda no ha de saber lo que hace la derecha. Transcurra la jornada en olvido de sí" (REGLA PARA EREMITAS en el corazón)
Daniel Bourguet...refiriéndose al mandato misionero de Cristo, "Id hasta el extremo de la tierra" (Hch. 1, 8) describe el combate espiritual de los primeros monjes, los Padres del Desierto, señalando que...
... solos cara a Dios y a ellos mismos, los monjes descubrieron en el desierto otra extremidad de la tierra, un extremo en el cual nadie había pensado todavía, pues tal extremo no está inscripto en la rosa de los vientos. Descubrieron un extremo en profundidad, la extrema profundidad del corazón humano. Los monjes descubrieron en el fondo de ellos mismos las profundidades no evangelizadas aún, resistencias a Dios, zona de tinieblas y campos de batalla...Ser testigo de Cristo, en efecto, evangelizar, consiste en enfrentar también las propias resistencias, las pasiones, los ídolos, para abrir el ser profundo al reino de Dios y a Dios mismo. En el desierto los monjes se encontraron sobre los pasos de Cristo dando testimonio de Dios ante el tentador en un combate sin misericordia. En su soledad, en la extrema profundidad de su ser, los monjes también descubrieron una presencia, la de Dios, tan humilde y frágil, como la de un recién nacido en un establo. Si amenudo no hay lugar en la hospedería de nuestras vidas bien llenas, los monjes, despojándose de lo superfluo, de la charlatanería, de las ambiciones, de las riquezas ... descubrieron una presencia y, como pastores maravillados, se prosternaron y contemplaron. Se sumergieron en el Corazón de Dios para contemplar. Los monjes están siempre en el corazón sutil de nuestros desiertos y de nuestras soledades y estarán siempre allí, en tanto haya que evangelizar la extrema profundidad del corazón humano y en tanto que el asombro no quede agotado...
...Los monjes, pues, percibieron en qué el extremo de la tierra se interioriza en nosotros; ser testigo en nuestra propia vida interior; he ahí lo que Jesús pide a sus discípulos. Cuando se ha comprendido esto, poco importa si vivimos en el desierto o en otra parte. La localización geográfica ya no tiene importancia. Los monjes, por otra parte, al filo del tiempo, partirán o permanecerán en el desierto; lo importante es ahora otra cosa, ya que el desierto ha sido evangelizado; la gran obra a construir, que esta lejos de hallarse acabada, es el interior nuestro. Una vez descubierta esta dimensión de la interioridad, muchos textos bíblicos se leerán de otra manera; pienso particularmente en uno, que reaparece constantemente en los escritos monásticos, y es esta frase del evangelio de San Lucas, el reino de Dios está en medio de vosotros o entre vosotros (S. Lc. 17, 21). Desde luego es posible leer esta frase de la siguiente manera: el Reino de Dios está en vosotros... Todos los monjes preferirían el en vosotros de la frase, interiorizando así el reino de Dios, sin negar la exterioridad de en medio de vosotros...
... Por lo mismo el combate contra el tentador será interiorizado, lo mismo que el reino de Dios... Se trata de abrir la extrema profundidad de nuestro ser a la soberanía y al amor de Dios. Y esta apertura, poco a poco, se convertirá en búsqueda de Dios, sed de Dios; una sed de Dios señalada por la sed física que el habitante del desierto conoce bien...
( Extractos de : Daniel Bourget, "Jusqu´ á l´extreme profondeur du coeur humain", en Ensemble 105, Octubre 1995, pp. 24 ss. )