En las horas que corren, en todos esos pasos de cada día, podemos experimentar momentos de sequedad o de aridez... Pero sabemos muy bien que una cierta angustia, de tantos rostros, nos asalta de varios modos y de sorpresa. Esta exhortación se dirige especialmente a no detenerse ni a temer los vacíos o los ruidos de este mundo, aún cuando aparezcan como excesiva amenaza. Es verdad que no siempre es posible discernir rápidamente acerca de lo que nos ocurre. Pero el principio del confiado "abandono" puede evitar la caída y el desconsuelo. Lo que nos parece tan insoportable y extraño es ocasión de un "lenguaje" nuevo, de una apertura que se opera en el alma y despeja horizontes cubiertos y sombríos. ¿Demasiado optimismo? Espero que no. Lo desconocido quizá sea más "conocido" de cuanto podamos sospechar. Por ello se hace urgente un cierto arrojo y una verdadera independencia de "lugares comunes" o de modas y cosillas menores que atajan el andar sereno.
PUBLICADO POR ALBERTO E. JUSTO