sábado, 17 de diciembre de 2011
Paz interior- ALBERTO E. JUSTO- http://flordelyermo.blogspot.com
En el mundo que vivimos los gritos de lo visible se tienen por muy poderosos. En efecto, los fantasmas de papel sucio y cartón ordinario levantan sus perfiles amenazadores y apuntan al hombre no preparado ni advertido. El pobre peregrino va asustado y se vuelve, con tanta frecuencia, como la mujer de Lot. Y, desde luego, el espectáculo es deplorable. El hombre, carcomido por las más menudas ambiciones, hambriento de un poder que no poseerá nunca, fracasado y cansado de su propia necedad, se arrastra generando las más extrañas combinaciones para tejer una seguridad imposible: la de su técnica, la de sus previsiones, la de sus manipulaciones...
Pero esto es extraño, completamente lejano a la vida verdadera, aunque parezca aullar tan cerca. Los fantasmas son eso: figuras que dan miedo como en las viejas historias de terror. Los ensayos de los barberos, de los curas, de las sobrinas y de tantos necios bachilleres, son nada más que eso: cuentos de terror.