jueves, 19 de noviembre de 2009
EL MISTERIO DE CIERTOS ESPACIOS - MARIE MADELEINE DAVY ( VIII )
De la misma manera que el hombre interiorizado no emite ningún juicio de valor concerniente a los demás, estos espacios sagrados no juzgan a nadie. Es por eso que el hombre «justo» que los visita no está forzosamente favorecido con relación al «pecador» –para emplear el lenguaje de antaño hoy prescrito. En otros términos, el puro y el impuro son enseñados. El ser se juzga a si mismo. En efecto, el lugar sacralizado se hace «balanza» al respecto. Aquí no es el ángel el que pesa las almas, el lugar, por si mismo, se hace «operante»