domingo, 8 de noviembre de 2009
EL MISTERIO DE CIERTOS ESPACIOS - MARIE MADELEINE DAVY ( V )
EL LUGAR Y EL ESPÍRITU
Según el pastor sajón Valentin Weigel (1533-1588), al cual Bernard Gorceix ha consagrado su tesis, «lugar y espíritu son fundamentalmente incompatibles: el espíritu no puede estar circunscrito a ningún lugar, porque ningún círculo podría ser lo suficientemente grande para contenerlo» (3). Un semejante punto de vista es discutible aún pareciendo justo en una primera apreciación. Ciertamente, el Espíritu no está encerrado tal como un pájaro en una jaula. Libre, él no es nunca cautivo ni de los lugares ni de los hombres. Una vez más, se trata de la entera gratuidad de un amor surgido quizás de una compasión. Semejantes a los escasos refugios en las montañas, los espacios sacralizados son puertos que permiten suspender su paso, retomar el aliento y orientar su mirada interior hacia otra dimensión. Así, una iglesia románica conserva en sus flancos la oración de los orantes, los antiguos monasterios cartujos o cistercienses devenidos centros culturales propulsan a «aquellos que tienen oídos para oír» a un silencio sonoro animado por la mirada de los contemplativos.
3.- B. Gorceix, La Mystique de Valentin Weigel et les origines de la théosophie allemande, Université de Lille III, 1972.