jueves, 10 de diciembre de 2009
EL MISTERIO DE CIERTOS ESPACIOS - MARIE MADELEINE DAVY ( XIII )
EL MISTERIO DEL ESPACIO INTERIOR
La voz divina llega dando brincos por encima de los montes y las colinas, según el lenguaje bíblico. Y habitualmente se atribuye su origen al exterior. En ciertos casos, convendría mencionar la alianza secreta, la connivencia entre los espacios insólitos del universo, y el espacio secreto del interior. Este espacio interior puede recibir un eco del lugar que él visita. O al revés, es la profundidad del interior la que permite descubrir los espacios insólitos que le llegan como ecos. Lo que está oculto accede a la luz y muestra su rostro. Lo oculto se revela. Anteriormente, la realidad se disimulaba con el fin de provocar la búsqueda, de estimularla. Encontrado el punto esencial, se trata entonces de un ahondamiento. El secreto retrocede ya que posee siempre un contenido que es importante de investigar aun más.
«Digo mis misterios a aquellos que son dignos de mis misterios», leemos en el Evangelio según Tomas. Y además:
... yo soy el Todo:
el Todo ha salido de mí, y el Todo a llegado a mi.
Partir la madera: yo estoy ahí; elevar la piedra, y ahí me encontrareis.
Así, todo es portador de la realidad luminosa. Sin embargo, ciertos espacios privilegiados la condensan. Esos espacios son faros durante el claro-oscuro de la existencia. A veces, ellos desvelan la claridad o todavía el crepúsculo. El amante de la claridad sabe que la sombra acompaña a la luz. En lugar de pararse en la sombra, en lo negativo, a aquel que divisa y da la vuelta totalmente, como lo susurra el himno de Completas retomando un texto de Pedro (5,8), él es seducido por la enseñanza dada por la aurora o por el pleno mediodía. El misterio de ciertos espacios aparece insólito para aquellos que ignoran la presencia de lo invisible que de vez en cuando nos interpela invitándonos a proseguir nuestra ruta yendo siempre más lejos.