domingo, 29 de noviembre de 2009
EL MISTERIO DE CIERTOS ESPACIOS - MARIE MADELEINE DAVY ( XI )
De todas maneras, los «altos lugares» sobrepasan el acontecimiento histórico y el tiempo. Ya, los textos del Antiguo Testamento se refieren a lugares sacralizados los cuales se construyen, destruyen, santifican o mancillan. Los Libros 1 y 2 de los Reyes se refieren a ellos particularmente así como los Profetas. Los lugares santos se distinguen de los altos lugares al mismo tiempo que presentan una semejanza con ellos. El profeta Ezequiel (43,8 sg.) hace alusión a los lugares santos a propósito de la vuelta de YHVH a su templo: «Tal es la ley de la casa: en la cumbre de la montaña, su territorio todo alrededor es santo de los santos» «Este lugar es una tierra santa» (3,5), dirá el autor del Exodo. En el Antiguo Testamento, por su santidad el Eterno sacraliza los espacios. La sacralidad del Tiempo revela su presencia. Cuando Jacob parte de Bersabe para ir a Haran, llega a un lugar donde pasa la noche ya que el sol se ha puesto. Tomando una piedra, hace de ella su cabecera. Visitado por un ensueño, él ve una escala uniendo tierra y cielo. En la escala, los ángeles suben y bajan. El Eterno se mantiene en la cumbre y él escucha su voz. A su despertar, Jacob exclama: «El Eterno está en este lugar y yo no lo sabía» (Gen. 28, 10 sg.)